
En marzo, una familia tipo necesitó más de 1.100.000 pesos para no caer bajo la línea de pobreza, debido al incremento en productos básicos como verduras, tubérculos, legumbres, carnes y derivados.
La inflación en alimentos preocupa especialmente en el interior del país, donde los ingresos corren de atrás y el acceso a productos frescos se vuelve cada vez más costoso. En zonas como Santa Cruz y la Patagonia, donde los costos logísticos ya elevan los precios de base, esta suba impacta con más fuerza.
“El mes vino cargado: marzo suele ser estacionalmente alto, pero esta vez la presión fue mayor por los alimentos y la incertidumbre en torno al tipo de cambio”, explicó el economista Gabriel Caamaño en el diario web INFOBAE. También advirtió que los precios regulados y estacionales “dejaron de jugar a favor”.
Según el INDEC, los precios estacionales aumentaron 8,4%, mientras que los regulados subieron 3,2%. A pesar de esto, desde el Ministerio de Economía intentaron relativizar el dato:
En marzo de 2025, la variación fue del 3,7%, una caída sustancial respecto al mismo mes del año pasado, que fue del 11%. La variación interanual muestra una fuerte tendencia de desinflación.
Sin embargo, los números reales ponen en duda esa afirmación. En febrero, la inflación ya había roto la tendencia de baja al ubicarse en 2,4% (desde el 2,2% de enero), y ahora con el 3,7%, se consolida un proceso de aceleración.
Por lo pronto, el dato oficial dejó atrás todas las estimaciones privadas: el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) del BCRA preveía un 2,6%, y las consultoras hablaban de un rango entre 2,8% y 2,9%.