Esta expansión ha suscitado críticas por la aparente contradicción entre el discurso de reducción del Estado y el notable aumento de funcionarios en el núcleo presidencial, un incremento que, según el politólogo Pablo Salinas, demuestra una “concentración de poder preocupante”.
El análisis revela que este crecimiento responde en parte a la absorción de áreas preexistentes y la creación de otras que incluso se superponen en funciones, como las Secretarías de Comunicación y Medios y de Prensa, a cargo de Manuel Adorni y Eduardo Serenellini, respectivamente. Esta expansión funcional dentro de Presidencia sugiere una centralización de roles en áreas clave, que va en contra de la supuesta austeridad que prometió Milei durante su campaña.
En su análisis, Salinas destaca a dos figuras clave: Karina Milei, designada en la Secretaría General mediante una excepción al decreto de Mauricio Macri que prohíbe el nombramiento de familiares, y Santiago Caputo, asesor presidencial contratado bajo régimen de monotributo. Estos nombramientos han sido controversiales, pues consolidan el poder de Presidencia en manos de personas cercanas al presidente. Esta dinámica fortalece aún más el rol de Milei en detrimento de la descentralización, que suele ser un pilar en políticas de recorte estatal.
Pese a una reducción global del 20% en el organigrama estatal, Presidencia ahora concentra el 15% de los cargos políticos, solo superada por el Ministerio de Economía, que ostenta el 34%. Salinas subraya que estos datos contradicen la retórica de “motosierra” de Milei, y reflejan una administración que ajusta y expande de acuerdo a sus necesidades estratégicas más que a sus promesas de campaña.
Entre las incorporaciones recientes se destaca la Secretaría de Cultura, a cargo de Leonardo Cifelli. Salinas sugiere que este cambio responde a la estrategia del gobierno de liderar una “batalla cultural”, concentrando el poder cultural y comunicacional en la figura presidencial. Este enfoque plantea interrogantes sobre las intenciones del gobierno en términos de pluralidad y autonomía institucional, revelando un patrón de centralización que contrasta con su discurso de eficiencia estatal.
El informe final de Salinas resalta la contradicción en el enfoque de reducción estatal de Milei, quien, al tiempo que elimina ciertos cargos, duplica la plantilla bajo su control en Presidencia. Esta tendencia plantea dudas sobre el verdadero objetivo de las reformas de su administración, que parecen orientarse más a la consolidación de poder en áreas críticas que a un achicamiento real del Estado.