Según el Boletín Epidemiológico Nacional (BEN), el 96% de los casos de VSR en 2024 se registraron entre las semanas 20 y 36, afectando especialmente a adultos mayores y personas con enfermedades preexistentes. Las bajas temperaturas prolongadas facilitaron la propagación de este virus, que normalmente disminuye en primavera, pero se mantuvo en circulación debido al frío persistente.
Con la llegada de la primavera, las alergias respiratorias se sumaron al panorama de infecciones. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que entre 400 y 600 millones de personas sufren de alergias, como rinitis y asma, exacerbadas por la alta concentración de polen y ácaros. Las personas con enfermedades respiratorias preexistentes sufrieron un agravamiento de sus síntomas debido a la mezcla de alérgenos y virus.
El cambio climático y la polución jugaron un papel clave en el empeoramiento de la salud respiratoria. Los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, junto con fenómenos meteorológicos extremos, han aumentado la concentración de alérgenos en el aire. Esta situación afecta a pacientes con alergias y agrava enfermedades crónicas. Según la médica otorrinolaringóloga Stella Maris Cuevas, estos factores crean un ambiente propicio para el desarrollo de crisis respiratorias.
La disminución en los niveles de vacunación ha agravado aún más el problema. Según la doctora Daniela Hozbor, de la Comisión Nacional de Inmunización (CoNaIn), Argentina ha visto caer sus tasas de inmunización desde 2019, dejando a muchas personas sin protección contra enfermedades como la influenza y el neumococo. Esto, sumado a la agresividad de los virus respiratorios actuales, genera un alto riesgo para los sectores más vulnerables.
La tos y la mucosidad persistente son síntomas que pueden extenderse hasta ocho semanas después de una infección viral. Los expertos recomiendan prestar atención a signos como fiebre, dificultad para respirar y pérdida de peso, ya que podrían indicar complicaciones mayores. Consultar con un médico es crucial para recibir el tratamiento adecuado y evitar que los síntomas afecten la calidad de vida.
El impacto de un invierno prolongado y la polución ha dejado una huella significativa en la salud respiratoria de la población, incluso en la primavera. La combinación de virus y alergias plantea un desafío que requiere atención médica oportuna y un enfoque preventivo basado en la vacunación.