En el departamento D del séptimo piso, funcionaba una financiera clandestina dedicada al cambio ilegal de divisas y transferencias de criptomonedas. El responsable, un ciudadano ruso de 29 años, se encuentra bajo investigación por presuntamente recibir criptomonedas provenientes de una ciberestafa masiva atribuida a hackers de Corea del Norte, quienes se apoderaron de un botín de USD 100 millones.
La investigación, liderada por el juez en lo penal económico Pablo Yadarola y apoyada por el FBI, culminó con un allanamiento en un departamento en Palermo, donde residía el sospechoso, identificado como V.B. Los detectives del Departamento Técnico del Cibercrimen de la Policía Federal Argentina (PFA) incautaron 121.327 dólares en criptomonedas, almacenados en billeteras descentralizadas, y dispositivos electrónicos que podrían revelar una red de lavado de dinero conectada al crimen organizado internacional.
V.B., consciente de la investigación en su contra, cambiaba de domicilio regularmente. Sin embargo, gracias a la colaboración de Binance, plataforma en la que operaba sus criptoactivos, y al trabajo de la PFA, fue ubicado en su nuevo departamento. Durante el allanamiento, se encontró una "caja de Pandora" con información crucial sobre las transferencias sospechosas, que ahora es objeto de análisis por parte de las autoridades.
La operación ilegal de V.B. no se limitaba a la financiera en San Nicolás. En otro allanamiento en Fray Justo Santa María de Oro al 2100, vinculado al sospechoso, se incautaron $15 millones en efectivo. Además, se reveló que V.B. gestionaba un bot en Telegram para el cambio de divisas, incluyendo rublos, USDT, euros y dólares, a pesos argentinos. Las autoridades creen que V.B. podría ser parte de una estructura criminal internacional dedicada al lavado de dinero, con conexiones en Rusia y Argentina.
El uso de herramientas avanzadas, como las provistas por TRM Labs, permitió a los investigadores rastrear transferencias sospechosas desde cuentas vinculadas a actividades ilegales, como el tráfico de material de abuso infantil y el financiamiento del terrorismo. V.B. operaba de manera encubierta, utilizando múltiples cuentas en Binance y triangulando fondos para ocultar la trazabilidad de los criptoactivos.
La investigación sigue abierta, con nuevas pistas sobre otras transferencias ilícitas que podrían estar vinculadas a la megaestafa de los hackers norcoreanos. Este caso subraya la creciente amenaza del cibercrimen internacional y la complejidad de rastrear operaciones financieras en el ámbito de las criptomonedas.