jueves 15 de mayo de 2025 - Edición Nº2353

Política | 13 may 2025

Figura mundial

Murió José “Pepe” Mujica, el exguerrillero que llegó a la presidencia y se convirtió en símbolo regional

A los 89 años falleció este martes José “Pepe” Mujica, figura icónica de la política uruguaya y uno de los líderes más admirados de América Latina.



Nacido el 30 de mayo de 1935, Mujica atravesó casi un siglo de historia de su país: de la lucha armada a la presidencia, siempre fiel a un estilo austero, directo y profundamente humano.

Exmilitante tupamaro, Mujica llegó a la presidencia de Uruguay el 1 de marzo de 2010 como referente del Movimiento de Participación Popular (MPP), uno de los pilares del Frente Amplio. Su llegada al poder representó el punto más alto de una vida dedicada a la militancia, marcada por la cárcel, la tortura, el encierro en cuarteles durante la dictadura y una recuperación política poco común en América Latina.

En los primeros días de 2025, ya afectado por un cáncer de esófago, Mujica se retiró definitivamente de la vida pública. Desde su chacra en Rincón del Cerro, pidió no ser molestado más por periodistas ni actos partidarios. “Me estoy muriendo, déjenme descansar”, dijo entonces, sin dramatismos.

Su gobierno (2010–2015) dejó una huella progresista. Durante su mandato se sancionaron leyes pioneras en la región: legalización del aborto, matrimonio igualitario y regulación del cannabis, con enfoque estatal en la producción y distribución. También pidió disculpas públicas, en nombre del Estado, por la desaparición forzada de María Claudia Iruretagoyena, nuera del poeta argentino Juan Gelman, en cumplimiento de un fallo de la Corte Interamericana.

Sin embargo, el capítulo de memoria, verdad y justicia tuvo zonas grises. Su gestión no logró anular la Ley de Caducidad, que amparó la impunidad de represores, y su decisión de nombrar al general Guido Manini Ríos al frente del Ejército generó tensiones incluso dentro del oficialismo.

Antes de llegar al poder, Mujica había pasado por todos los escenarios posibles. Fue floricultor, vendedor ambulante, guerrillero urbano, preso político, ministro de Agricultura, diputado y senador. Participó de operaciones armadas, como la toma de Pando en 1969, y protagonizó una de las fugas más recordadas del continente: la salida a través de un túnel de más de cien presos de la cárcel de Punta Carretas, en 1971.

Luego del golpe de Estado de 1973, se convirtió en rehén de la dictadura junto a otros ocho líderes tupamaros. Pasó más de una década en condiciones extremas, aislado, con problemas de salud mental y sin acceso a libros. Fue liberado tras la restauración democrática, en 1985, gracias a una ley de amnistía.

Nunca abandonó el barrio ni la sencillez. Durante su presidencia donó la mayor parte de su salario y siguió viviendo en su modesta chacra, junto a su compañera de vida, Lucía Topolansky, también dirigente frenteamplista. Su estilo de vida fue retratado por el director Emir Kusturica en el documental El Pepe, una vida suprema.

Hasta sus últimos días mantuvo su lucidez y su mirada crítica. En agosto de 2024, ya en tratamiento oncológico, asistió en silla de ruedas a un acto del Frente Amplio. “Tenía que estar”, dijo. Esa fue su despedida de la militancia activa.

En sus últimas entrevistas, Mujica habló con serenidad sobre la muerte y el tiempo. “Estoy en el tiempo de irme. Amo la vida, con sus luces y sus sombras”, dijo al New York Times. Consultado sobre cómo quería ser recordado, respondió con humor y filosofía: “Como un viejo loco que supo hablar”.

Con Mujica se va una figura irrepetible, mezcla de militante, estadista y hombre común. Un símbolo de un tiempo que marcó a fuego a toda la región y que hoy, con su partida, se despide definitivamente.

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