
El acto fue una forma de despedida y agradecimiento a quien fue —y seguirá siendo— una figura enorme desde lo religioso, pero también desde lo social y humano, por haber encarnado un papado comprometido con los más vulnerables y con una visión crítica del poder global.
Francisco transformó la mirada de la Iglesia, no sólo por su enfoque pastoral, sino también por haber puesto en el centro de su prédica a los más humildes, a los afectados por guerras, tragedias, pobreza e injusticia social. Su voz se alzó contra el poder tecnocrático, la ambición sin límites, y denunció con claridad crímenes como el genocidio en Gaza. Fue un Papa incómodo para los poderosos.
En Caleta Olivia, el homenaje fue más sencillo, pero no por eso menos significativo. La ceremonia estuvo a cargo del párroco Raúl Domínguez, acompañado por el diácono Mario Sosa. Domínguez resaltó el compromiso de Francisco con los más pobres del mundo y recordó su apertura hacia las nuevas tecnologías de la comunicación, destacando especialmente su decisión de iniciar el proceso de canonización de Carlo Acutis, el joven italiano conocido como el “influencer de Dios”, quien falleció en 2006 a los 15 años y fue declarado beato en 2020. Acutis fue pionero en el uso de internet para difundir la fe y la devoción a la Eucaristía, y su figura fue especialmente valorada por Francisco como símbolo de una nueva generación de creyentes.
Con tristeza, pero también con profundo agradecimiento, un sector importante de la comunidad caletense se acercó a la parroquia para despedir al primer Papa latinoamericano.
La misa fue también una forma de reconocer a un pontífice que supo estar a la altura de una época marcada por la desigualdad, la violencia, los abusos y las guerras. Un Papa que incomodó a los poderosos, y por eso fue también una voz necesaria para millones en todo el mundo.
Informe: Marcelo del Valle Romero para La Vanguardia Noticias.