domingo 27 de abril de 2025 - Edición Nº2335

Política | 12 abr 2025

Plaza 20 de Noviembre

De suculentas a kokedamas: Un paseo por la feria de plantas de Caleta Olivia

En una mañana soleada de sábado, la Plaza 20 de Noviembre se transformó en un punto de encuentro para los amantes de las plantas. Cactus, suculentas y hasta kokedamas fueron los protagonistas de esta exposición que ofreció mucho más que solo vegetales. Un espacio de conexión y emociones para los expositores y el público.



Un cactus con forma de cerebro. Una suculenta cuyas hojas simulan delfines saltando, como una hilera de pequeños cetáceos verdes sostenidos por sus hocicos a los tallos. Así de sutiles y sorprendentes son las formas que adopta la naturaleza, y en esta feria podían observarse con la calma que invitan las cosas que crecen lento.

 

Pequeñas, diminutas, caóticas o geométricas, pero siempre contundentes, las plantas ofrecían colores que ninguna pantalla podrá reflejar jamás. Cada stand instalado en la Plaza 20 de Noviembre, en una mañana soleada de sábado bajo la sombra de los altos pinos, era una oportunidad para detenerse y mirar.

Nancy Márquez, entusiasta de los cactus y las suculentas, nos cuenta que fue armando su colección de a poco: algunas plantas las compró en viajes, otras se las mandan sus hijos desde Chile.
Suculentas del Alma—, así se llama su emprendimiento. Le gustan los cactus no solo porque son coleccionables, sino por lo que “dan”. ¿Bondad? ¿Generosidad? Ella asegura que sí:
—Son bondadosas. Se cae una hoja y sale otra plantita —explica, como quien describe un milagro cotidiano.

 

“Hay cactus de todas partes, de muchas formas y tamaños. Y son de poco cuidado”, añade, mientras muestra las fotos de los que tiene en su casa, algunos con floraciones sorprendentes, de colores irisados. “Lo importante es que tengan un buen sustrato”, aconseja. Y obsequia una pequeña maceta a nuestra fotógrafa que se acercó a admirarlas. Luego, sigue detallando las rarezas que esconden: hay especies que cambian de color según la luz del sol. Algunas se tornan moradas, amarillas, rosadas o con un azul casi fantasmal.

 

 

A su lado, Marta Carricaberri también comparte su experiencia con las suculentas.
—Debo ser la única con este apellido en Caleta —bromea entre risas—. Es vasco francés.

En otros stands estaban Romina Castro; Olga Álvarez, de Tesoros para tu Jardín, con su oferta de suculentas, hierbas aromáticas y yuyos para infusiones: boldo, menta, orégano, además de semillas de hortalizas. También Roxana Coñuecar, de Plantas Sany, participó con una variedad similar.

Mabel y Estela compartieron stand y entusiasmo.
—Me crié en Río Colorado, en una zona de chacras. Así que vengo de ahí, de esa onda de las plantas —cuenta Estela—. Las amo. Incluso me mudé a Cañadón Seco por eso. Tengo casa en Caleta, pero no tiene patio. Y yo quería tener plantas, así que ahora vivo allá.

Mabel, por su parte, se especializa en kokedamas, una técnica japonesa que sustituye la maceta por una bola de musgo que envuelve las raíces.
—Mi hijo me trajo una del Bolsón en un viaje. Me interesó, hice un taller y desde entonces no paré —dice orgullosa.

Ambas destacan no solo el vínculo con las plantas, sino el espacio de encuentro que se genera en ferias como esta.
—Cultivar ayuda un montón —afirma Estela—. El contacto con la tierra, sobre todo cuando una tiene problemas emocionales o atraviesa momentos difíciles, te transforma.

Mabel asiente:
—A esta edad ya estoy jubilada. Podría quedarme en casa, pero esto me motiva. Levantarme, regarlas, cuidarlas... Y las ferias nos permiten relacionarnos, compartir experiencias, pasar una tarde linda. Eso nos llena. Y también todo lo que comemos —remata entre risas, cómplice con su compañera.

En otro stand, dos trabajadoras del vivero municipal presentaban lo que quedaba de la temporada del Punto Orgánico, una iniciativa de producción hortícola impulsada por el municipio. Esta vez, mostraban orgullosas anchas hojas de acelga, rotundos zapallos y remolachas robustas.

Más allá, una expositora ofrecía arbolitos en miniatura: pequeños fresnos, entre otros.

 

 

—¿Y esto es todo lo que hay? — preguntan a otra expositora.
—¡No, para nada! En Caleta hay muchas más cosas, pero hoy vinimos solo unos pocos. Tal vez faltó difusión —respondió.

Las suculentas, los cactus, las hierbas, los arbolitos… todos tienen algo en común: el deseo de conectar con la tierra, con la calma, con el tiempo que necesita lo vivo para crecer.
Pienso en quienes visitan estas ferias. Quizás buscan una planta. Pero lo que encuentran es mucho más. Lo que nuestras hermanas, madres, tías y abuelas saben lo que significa hogar: un aroma a comida de la infancia, un rayo de sol que entra por la ventana, una mascota que se ovilla en la alfombra. Y sí: también las plantas, siempre las plantas. El verde que alegra almas.

 

 

 

Redacción para La Vanguardia Noticias: Marcelo del Valle Romero

Fotos: Olga Zaitseva

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