
. Latas de cerveza, cartones tetrabrick de vino, envases de plástico, vidrios rotos, paquetes de yerba y galletitas, son solo algunos de los residuos que quedaron tras la visita de cientos de personas al sector costero más concurrido de la ciudad, cercano al muelle y el Complejo Deportivo Municipal.
La escena es alarmante, no solo por la cantidad de desperdicios sino por lo que refleja: una conducta social preocupante. Las personas llegan, disfrutan del lugar y, al retirarse, dejan sus desechos como si la playa fuera un vertedero a cielo abierto.
El verano apenas comienza, y las playas de Caleta Olivia, que prometen recibir más visitantes con el calor, ya muestran signos de desidia. Si esta tendencia continúa, será casi imposible encontrar un espacio limpio para disfrutar.
Pero el problema no es solo estético. La fauna marina y las aves acuáticas también son víctimas de este descuido. Los envases de plástico y vidrio pueden terminar en el mar, afectando a peces, aves y otras especies. Además, el entorno natural, que debería ser un refugio de paz y belleza, se convierte en un lugar hostil, tanto para los humanos como para los animales.
Es cierto que el municipio tiene la responsabilidad de mantener las playas limpias, pero ninguna estrategia de limpieza será suficiente si la comunidad no cambia su comportamiento. Se necesita un compromiso colectivo para cuidar el espacio que todos compartimos.
👉 Desde pequeños gestos como llevar una bolsa para la basura, recoger los residuos propios y ajenos, hasta participar en campañas de concientización, cada acción cuenta. Porque, al final, la playa no es solo un lugar para pasar el día: es un reflejo de quiénes somos como sociedad.