
Este método, desarrollado por el Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria de Mendoza (ISCAMEN), consiste en criar y liberar machos estériles que, al aparearse con hembras silvestres, interrumpen el ciclo reproductivo al no dejar descendencia. La liberación de estos insectos, conocidos como "mosquitos rojos" por el pigmento usado para su identificación, comenzó en el barrio de Bermejo, en Guaymallén.
Este tipo de control biológico selecciona exclusivamente machos, que no pican ni representan peligro para la población. Después de ser criados y esterilizados en laboratorio, los machos estériles son liberados para competir con los machos fértiles en el apareamiento. Cuando las hembras silvestres se aparean con estos machos estériles, los huevos no logran desarrollarse, lo que reduce gradualmente la población de mosquitos. Los ensayos incluyen la liberación de 10.000 machos estériles en áreas seleccionadas y se monitorean los resultados mediante trampas específicas.
La técnica del insecto estéril ha sido utilizada exitosamente en el control de otras plagas como la mosca del Mediterráneo. En este caso, se espera que la reducción de la población de Aedes aegypti disminuya significativamente los casos de dengue en la región. Aunque los ensayos en Mendoza aún están en fase experimental, estudios en países como Brasil, México y Estados Unidos han mostrado resultados alentadores.
El dengue es una enfermedad viral que afecta a millones de personas cada año, y la expansión del Aedes aegypti ha sido impulsada por el cambio climático, que ha ampliado el hábitat del mosquito a nuevas regiones. En respuesta, varios países han comenzado a adoptar métodos innovadores como la técnica del insecto estéril. En Florida, Estados Unidos, un proyecto similar resultó en la supresión casi completa de la población de mosquitos en ciertas áreas.
Los resultados de los ensayos en Mendoza aún están en fase de evaluación, pero de ser exitosos, podrían replicarse en otras regiones afectadas por el dengue en Argentina. Las autoridades han dejado claro que los mosquitos estériles no causan ningún daño al medio ambiente, lo que convierte a esta estrategia en una solución sostenible a largo plazo.