Con una asistencia de más de 20,000 personas en la Arena CDMX, el evento fue recibido con abucheos y reprobación generalizada debido a la conducta de Mayweather y las irregularidades en el arbitraje.
El enfrentamiento comenzó con un primer asalto desordenado, extendiéndose más de los dos minutos reglamentarios, y con Mayweather realizando varios golpes ilegales. A pesar de las faltas, el árbitro panameño Héctor Afú no intervino hasta el segundo round, donde finalmente detuvo brevemente la pelea. Esta intervención generó la ira de Mayweather, quien empujó al árbitro, provocando su reemplazo. Gotti, desconcentrado por la situación, cayó en la trampa del ex campeón, quien dominó el combate a partir del tercer round.
Un final previsible pero desalentador
A lo largo de los siguientes asaltos, Mayweather mantuvo el control, llevando a Gotti contra las cuerdas y castigándolo con una serie de golpes precisos, muchos de ellos ilegales. Gotti, que nunca pudo contrarrestar la experiencia de Mayweather, se limitó a resistir de pie, sin poder aprovechar su ventaja de peso. En el octavo y último round, Mayweather bajó la guardia para provocar a su oponente, pero Gotti, agotado y sin estrategia, no logró conectar un golpe certero.
La actuación de Mayweather estuvo plagada de golpes a la nuca, una técnica prohibida en el boxeo profesional. A pesar de las advertencias, el ex campeón continuó con estas tácticas, generando una creciente desaprobación en el público, que esperaba un espectáculo de mayor calidad.
Antes del combate principal, el joven boxeador mexicano Alan David Rey Picasso se enfrentó al experimentado armenio Azat Hovhannisyan en un combate supergallo. Picasso logró imponerse por decisión unánime, aunque no sin dificultades. Este triunfo refuerza su camino hacia una posible pelea contra el japonés Naoya Inoue, campeón indiscutible del peso supergallo.